Natural atalaya es para ti
desde donde tu inmensidad percibo,
que yo, bajo sus pinos me sentí
tan feliz, enamorado y cautivo,
que hace mucho tiempo me convertí
en fiel admirador contemplativo.
Destellos de turquesas y esmeraldas
engarzadas en plata cual guirnaldas;
me deleitan la vista cuando besas
ante mis ojos el acantilado
y tan pronto te vas como regresas.
Sueño el atardecer rojo y dorado,
cuando del sol en el ocaso apresas
los postreros rayos y un nacarado
reflejo, se mece en tu superficie
siempre que la bonanza lo propicie.
Tu, que a gozar de tal belleza invitas
y cobijas a sirenas cantoras;
de pronto, pierdes la calma, te irritas
con gigantescas garras destructoras
nos demuestras tus fuerzas infinitas
dejando tus huellas devastadoras.
Enfurecido rebramas al viento,
oscuro como el plúmbeo firmamento.
Testigo silencioso de la historia
y naval escenario de batallas;
abismo que has guardado en tu memoria
y cuentas a arena de tus playas,
de toda evolución la trayectoria
y de tantos secretos que te callas.
Por femenina siempre seductora,
amada, imprevisible, encantadora.
Autor: José María Criado Lesmes