Me atas entre tus obscenas perladas palabras,
me atrapas en el delirio entre tu tela de araña,
me perturbas estremecida alucinando mi razón,
me hierves la sangre de mis venas a fuego vivo,
me agitas hasta el último lunar de mi sedosa piel.
Y exaltada entre sollozos,
me desatas perdiendo el juicio,
desenfrenada te suplico entre gritos,
con mi ardiente lenguaje alterado,
gimo, gimo, gimo, gimo, gimo, gimo...
Y me amarras poseyéndome con la fuerza de tu deseo,
arqueada enloquecida, seducida y tentada al ritmo de la noche,
me penetras tu vida hasta lo más profundo de mi ser,
desbordada entre olas en el navío de inmenso placer,
muero ahogada entre la brisa de tu océano.