Ante Ti, de rodillas, Mi Amo y Señor,
marcada Tu Diosa como Tu más Fiel Sierva,
a tu siempre esclava voluntad,
prisionera del deseo de tus dominios,
obediente de tus más lujuriosas perversiones,
que me llevan al delirio del placer.
Aquí me tienes, digna de Tu Voluntad,
Mi Señor eres y a Ti me debo pues tuyas son
las marcas tatuadas en mis entrañas;
atada estoy a tus deseos, desatada de mis dominios;
desnuda en vergüenzas, perdidas las incertidumbres.
Tuya soy y en tu placer está mi gozo.
Mis límites son tus límites.
Me muestras a Tu Reina y Señora,
Dueña de tus deseos más fervientes,
incitándome a las más lascivas perversidades,
castigándome a la voluntad de tus deseos,
sometiéndome al dominio infernal del pecado,
y desde Ti descubrir el placer lésbico desconocido.
Soy yo, quien de tu silencio comprendo el juego
de hacernos nuestras pensando en Ti.
Soy yo, quién del modo más impúdico,
asciende desde sus pies hasta su vientre
arrastrando mi lengua en busca de sus aromas y jugos,
de esos que impregnen mi boca...
Agitación acelerada de mis sentidos
al escuchar tus ardientes palabras, Mi Señor,
contemplando ante las pupilas de mis ojos
la auténtica belleza de Tu Sierva Reina,
desnuda, vendada y atada para ser usada por mí,
con húmeda ansiedad arranco sus botones,
dejando al descubierto la voluptuosidad de sus pechos erectos,
succiono de ellos hasta la saciedad de tu voluntad,
lamo con apetito sus labios, bebo a sorbos sus jugos,
con mis dedos penetro su cielo infernal,
arrancándola el placer entre gemidos,
mientras a gritos me pide:
¡¡¡dame más!!! ¡¡¡más!!! ¡¡¡quiero más!!!
Paciente aguardo mi momento entre los jadeos y gemidos,
y en los "más" que pido se esconde el fuego
ese que desvelará la dulce venganza de mis deseos,
más Reina y Señora soy, más no sierva de mujer.
Pero de Ti, Maestro, he aprendido de las perversiones y las paciencias,
y en mí has sabido despertar tacto y fusta, rueda y látigos,
pues sí soy acólita de tus designios y de tus enseñanzas.
Pruebo de los dedos de tu esclava los jugos de mi propio placer
y de ellos me embebo como el veneno que resucita a la serpiente.
Siento en las erectas atalayas de mis senos
la presión de sus labios.
Goza, gime y se excita la sierva mas ahora es su tiempo,
luego, al mío se someterá.
Y mientras nos observas sentado, Tú, Mi Señor,
excitado al ver nuestros placeres más perversos,
ella más implora, yo más la doy, más gimo,
y más inyecto en ella la lujuria que en mí,
toda la que Tú, Mi Señor, me provocas,
mientras de rodillas me inclino hacia Ti,
te acercas adentrándote en mi alma de Diosa,
a probar las mieles de mis labios desbordados,
saboreando tu lengua hasta la última de mis gotas,
apartándote al suplicarte de rodillas Tu Reina y Señora,
la penetras con fuerza por detrás,
embestida tras embestida, azote tras azote,
entrando y saliendo, saliendo y entrando,
gimiendo y jadeando exaltada entre alaridos y lágrimas,
profundamente enloquecida de placer por Tu Falo,
y yo de rodillas ante Ti, Mi Señor,
esperando la comunión de vuestra consumación,
pruebo de Tu Empuñadura vuestras mieles,
con mi boca ardiente de Diosa,
hasta ser gemido en mi garganta.
Cohabitadas todas tus ganas en mí,
aún cuando jadeo y entre mis piernas discurre Tu Savia,
ese beso que me otorgas en la frente con tu hábito exaltado,
bendice mi entrega a Ti y, en respeto y humildad,
con gracia dada, mi boca los pies te besa en pleitesía, Mi Señor.
Y mientras ella observa, deseosa de tu posesión,
erigida digna mi cabeza y mi mirada en la tuya,
Tú me otorgas los derechos sobre ella.
Santas y Maestras Tus Palabras, Mi Señor:
"Tú eres la Reina y Señora, doblégala para mí.
Ahora, ella a ti te debe obediencia...
Compláceme, Mi Sierva."
Y en mi mano entregas la fusta de castigo,
dándote las gracias por ello.
Diestra mi mano, perversa mi mente,
consentida soy.
Entregada Tu Diosa a Ti, Mi Señor Amo,
Tu más Dócil y Dulce Sierva,
Esclava de tus más perversos placeres,
en ella me entrego por Ti, Mi Señor,
en alma, cuerpo mente, piel y latido,
complaciéndote hasta mi último aliento,
para ser usada a tu antojo y capricho,
dominada por ella para satisfacer tus deseos,
en esta lujuria que me desgobierna
y me desata de inmenso placer;
a ella me entrego en obediencia por Ti, Mi Amo,
Todo y Más por Ti, Mi Dueño y Señor,
esperando de ella la fusta de castigo,
siendo para mí la del gozo consentido.
Y tú, su sometida, te inclinas sobre la mesa
con la sola orden de mi mirada.
No necesitas Su Aprobación.
Nuestro Señor te ata como solo Èl sabe, cómo Èl desea.
Cuerdas que te amarran, que acrecentarán tu obediencia.
A tu postrera me sitúo y
la fusta vuela en el aire pero solo acaricia tu piel,
Suave, calmada, precisa... se desliza sobre ella,
y Nuestro Señor, de pie ante tu cuerpo, nos observa.
La fusta baila en el aire, silba la melodía que alaba tu piel
y se estrella kamikaze sobre tu cuerpo.
Te estremeces y sin compasión,
pero como me ha enseñado Èl,
te rozo la piel una y otra vez
hasta que tus lágrimas desbordan tus ojos
y tu piel reclama benevolencia...
Y la obtiene cuando Èl, Tu Señor y el Mïo,
se acerca y eleva tu rostro.
Te ordena y abres la boca
para sentir en ella la mordaza que se anuda a tu nuca
y ahoga tus gemidos.
Seguro Èl, se acerca hasta mí, dejándome a Su Diestra.
Palmotea tu carne enrojecida y te contraes,
antes de sentir la embestida salvaje de su hombría,
de su dote... abriéndote las carnes
Y reclama mi atención.
Clava su mirada en mí...
Y en mi frente y en mis labios recibo la bendición de su boca.
Y yo, Tu Sierva, entregada adorándote y rendida,
a Ti, Mi Señor, en esta ferviente placentera agonía,
profundamente sintiéndote gozarme glorioso,
eyaculas tus aguas benditas encima de mis nalgas,
bautizando mi piel sedosa de Diosa,
sellando en ellas, con tus labios, Tu Nombre.
Mag y María Perlada
Mag - El Tacto del Pecado
y
María - Algo más que palabras
Mil gracias, Mag - El Tacto del Pecado,
por haberme permitido hacer un poema dueto contigo, ha sido todo un honor para mí. En verdad eso es lo que eres, Reina y Señora del pecado, de la lujuria y perversión, pero yo te defino también como Reina y Señora del arte, la creación y de la belleza literaria erótica, para mí intercambiar versos contigo ha sido una bonita experiencia. Gracias, de corazón, Mag. Un besazo enorme.