Allí estaban las dos, Duality y Atalanta, una frente a la otra, en una habitación semioscura de un Parador alejado de la ciudad, en aquel reencuentro premeditado por ambas, ahora sus cuerpos estaban más cerca que nunca, sus pieles olían sus instintos, y sus pupilas escarbaban sus estímulos.
La vida las había llevado por distintos caminos, y después de tantos años distanciadas, volvían a encontrarse, pero esta vez el acercamiento era la realidad de una nueva oportunidad para ellas, para emprender hacia un viaje a lo desconocido, el cual siempre habían soñado, el que nunca pudieron realizar, una aventura más allá del cielo y el infierno.
Duality, tenía el cabello largo y rizado, era una mujer felina, de lo más ardiente y pasional, y Atalanta era la típica mujer fatal, una vampiresa, las dos siempre tuvieron un sueño en común que nunca se había hecho realidad, pero ya había llegado el momento de sellar sus pieles y destapar sus fibras sensibles.
Las dos comenzaron a beber de sus bocas como si estuvieran sedientas del agua de la fuente, lamían con sus lenguas el sometimiento de sus labios, batallando entre mordeduras y besos húmedos salados, con el hambre palpitando en sus bocas.
Duality vendó los ojos a Atalanta y comenzó a acariciar su entrepierna, arañando sus poros, arrancando sus venas, masturbando su sexo, emborrachando su cuerpo de pasión, brindando su lengua a su sonrisa vertical.
Entregándose a lo desconocido, a un mundo prohibido, al pecado perverso, a la palabra sucia, follando a la locura, exterminando los prejuicios, conjugando el deseo carnal con la lujuria clandestina.
Entregándose a lo desconocido, a un mundo prohibido, al pecado perverso, a la palabra sucia, follando a la locura, exterminando los prejuicios, conjugando el deseo carnal con la lujuria clandestina.
Después de esta noche apasionada, será la memoria de sus pieles la que hablará del escándalo salpicado en sus carnes, como animales en celo, en el misterio consentido, complaciendo a la lluvia, construyendo la existencia ovillada de sus cuerpos latentes.
Más relatos jueveros sobre reencuentros y desencuentros en el blog de Juan Carlos.
Más palabras transitando entre el cielo y el infierno en el blog de Sindel.
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