martes, 29 de noviembre de 2016

"Nostalgias" (Semana 48 de 52)



Muerto el verano,
renace el otoño,
nacen las nostalgias,
cae la luz en los días,
se desploman las hojas.

Los silencios se perpetúan,
se mitiga el brillo en las pupilas,
se quiebran las tardes,
se resienten las sonrisas,
las llamas se apagan.

Se agrietan los versos,
se ahogan los suspiros,
vagabundean los pensamientos,
los bosques se cubren de niebla
las calles se abrigan de soledades.

Se resecan los besos,
se oscurecen las horas,
se estremece la vida,
se escarcha el presente,
se congela el futuro.


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viernes, 25 de noviembre de 2016

"Un giro inesperado" (Relato juevero)



Daniela estaba sumida en su mundo... no entendía los días... no comprendía la vida... anclada y malherida... refugiada en su interior... invernaba entre cuatro paredes... no veía bien hacia dónde iba su destino... todo lo que le había sucedido le parecía una pesadilla... por lo que, tan sólo deseaba dormir abrazada a su almohada... para volar lejos... entre sus sueños... y olvidarse de su oscura realidad...





Había sonado el despertador a las ocho de la mañana, pero Daniela se había quedado dormida, cuando se despertó ya habían pasado dos horas, por lo que, pensó perdería la cita de su primera entrevista de trabajo, así que se vistió deprisa, y sin desayunar, cogió su bolso y echó a correr para coger el bus pero, en mitad del camino... ¡zas! ... dio un tropezón y se cayó al suelo... 

En ese momento pasaba por allí alguien  que le dijo:

- ¿Te encuentras bien?

A lo que ella respondió: 

- No te preocupes, estoy bien.

Entonces en ese mismo momento Daniela fue a ponerse en pie y perdió el equilibrio cayéndose en brazos de quién se había interesado por ella, Adrián, que así se llamaba él.





Sus miradas, en ese momento, se clavaron sin apenas decirse nada, todo ya se lo estaban diciendo a través de sus ojos.

- ¿Estás mareada? ¿quieres que te lleve a casa? dijo Adrián.

- ¡Oh sí! no me encuentro bien, gracias. Respondió ella.

Bajaron del vehículo y subieron los dos al apartamento de Daniela, y cuando él ya se marchaba le dijo Daniela:

- ¡No te vayas! ¡quédate conmigo! 






Adrián cerró la puerta, se dió medio vuelta y se acercó a ella mirándole fijamente a sus ojos, le dió un beso profundo introduciéndole como respuesta la lengua en su boca, a la vez que ella también le respondía enroscando su lengua de forma apasionada a la suya... los dos... comiéndose sus bocas... como dos lobos hambrientos...





Las manos de Adrián se fueron introduciendo entre la ropa de Daniela, queriendo explorar su cuerpo, y sus dedos separaron sus pliegues y atravesaron su sexo palpando su humedad derretida, ella estaba muy excitada, y cada vez más se estremecía. 





Adrián le quitó la faldita y el tanga, apoyando su cuerpo contra la pared sujetándole las muñecas, y con la fuerza de su virilidad penetró su desbordada vagina... ella gritaba jadeando con furia y con su respiración acelerada, y le pedía más, y más... quería ser penetrada de manera salvaje para saber que aún estaba viva...





Sus manos le tiraban del pelo, mientras le iba embistiendo con su miembro erecto, y ella apenas podía moverse gimiendo sin cesar, sintiendo con lujuria el impacto de los golpes en lo más hondo de los océanos de su vagina.




Entrando y saliendo... saliendo y entrando... entrando y saliendo... explotaron los dos entre espasmos y mieles fluidas... alcanzando el paraíso del placer... y del amor... 

Desde ese día Daniela comenzó a ser otra... dando su vida un giro inesperado de ciento ochenta grados... volviendo a renacer la luz en su mirada...


Más relatos jueveros sobre giros inesperados en el blog de Pepe "Desgranando momentos".



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lunes, 21 de noviembre de 2016

"Celos" (Semana 47 de 52)



Me pierdo en el horizonte de la calle,
entre la verticalidad de mis  pasos
y el viento azotando mi cara.

Y me bebo la tristeza que me carcome,
e ingiero el dolor hasta mi vientre,
corrompiéndose hasta el mismo alma.

Y todo se confunde entre las horas,
hasta la noche siente celos de mi sombra,
espesando la niebla el paisaje ante mis ojos.

Y sigo caminando sin destino,
en la necesidad de perderme 
para volver a encontrarme de nuevo.


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sábado, 19 de noviembre de 2016

"Lluvia"



Hoy soy aguacero,
mis ojos diluvian,
llueven mis segundos,
mis párpados tiemblan,
mis pestañas se encharcan.

Hoy soy lluvia inundada,
dichosa lluvia que me baña,
que se desborda de mi alma,
no hay lugar en mi interior
para este inmenso océano.

Hoy soy grito de agua mojada,
todo en mí huele a humedad, 
desde mi piel hasta mis entrañas.

Hoy mis ojos no pueden ver 
más allá de mis lágrimas.


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jueves, 17 de noviembre de 2016

"Brisa de verano" y "El futuro" (Semanas 45 y 46 de 52)







Amarrada entre cadenas,
se me arranca el latido de pronunciarte,
se me desgarra el aliento de tanto desearte,
crucificada en mi agonía en ésta noche mía.

Respiro tu carne en el pretérito de encontrarte,
lamo mis labios entre ellos pensándote,
sorbo a sorbo te bebo al respirarte con el aire,
prendida en la curvatura del pecado.

Mi boca arde entre la brisa de verano,
y el futuro clavado en mi garganta.


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domingo, 13 de noviembre de 2016

"Sed"



Agítame las neuronas,
víbrame en el sentir,
hazme de ti,
de tu delirio,
de tu lujuria.

Fornica mi noche,
hasta que llegue el alba,
hazme parir un poema,
de tus labios a mi piel.

Riégame con tu savia
toda la sed
que de ti te tengo.


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jueves, 10 de noviembre de 2016

"La niñez" (Relato juevero)



Cuando la cámara de mi mente, en algún momento, retrocede en el tiempo, resulta inevitable sentir en mi interior un cierto aire de nostalgia, al recordar a las personas queridas que ya no están conmigo, aunque por otro lado, he de reconocer que la niñez fue una de las etapas más felices de mi vida, la cual recuerdo con tanto cariño y de manera entrañable, el calor humano y protección de mi infancia, y aquella imaginación balanceándose entre las fantasías y los columpios del parque al que tanto frecuentaba con mis amigas.





En aquella época la creatividad y el juego reinaba en mi mundo infantil, me gustaba me contaran historias los adultos, y también me encantaba leer cuentos, por lo que, mi imaginación se disparaba haciéndolos realidad sacando a sus protagonistas de las páginas para darlos vida en mí misma disfrazándome con la ropa que mi madre me dejaba para jugar, haciendo de Hada, Reina o Princesa de los cuentos.




Solía jugar con frecuencia con mis hermanos, a los Juegos Reunidos Geyper, como el parchís, la oca, las damas, también recuerdo que cuando jugaba al ajedrez casi siempre perdía pero nunca me enfadaba porque comprendía que perder formaba parte del juego.




Me encantaba hacer de mamá de mis muñecas a las que trataba como si fueran mis bebés, los mimaba, los protegía, los bañaba, y los daba el biberón, incluso, recuerdo que también hacía de profesora imaginando que las muñecas eran mis alumnas, y yo las iba explicando la lección mientras escribía en la pizarra con las tizas.



Recuerdo con especial cariño aquellos veranos de mi infancia disfrutando en el pueblo de mis abuelos, y las batallitas que mi abuelo me contaba mientras se liaba a preparar un canuto de cigarrillo, o cuando iba a pasear, con su más seguro compañero, su bastón, y llevando la boina que tapaba la calvicie de su cabeza.






Es imposible olvidarme de aquellas calles del pueblo, sin asfaltar, con las mujeres sentadas en las puertas de sus casas, charlando de sus cosas, o criticando a la vecina, y esa sintonía de la radio que se escuchaba desde el interior de las casas con sus puertas abiertas de par en par, sin miedo a que ningún ladrón entrara a robar.





Los niños pasábamos tiempo en la calle jugando con la pandilla de amigos, a juegos inventados, o los que estaban de moda en aquella época como el escondite, el corre corre, el ladrón y policía, el yoyó, la comba, la goma, las tabas, los alfileres, la gallinita ciega, el corro de las patatas y un sin fin de juegos más.




Recuerdo mis primeros vehículos preferidos, mi triciclo, el que tanto trote le di porque me encantaba pedalear, y mi bicicleta, con la que circulaba cerca de los escasos vehículos, sin semáforos, ni cascos, ni tampoco había miedo al peligro.




Al recordar mi infancia me envuelvo en el oxígeno puro de la madre naturaleza que me regalaba la brisa del aire de los campos cubiertos de espigas verdes, flores amarillas o amapoles rojas; los lugares que frecuentaba para bañarme, entre aguas transparentes y cristalinas, que parecían más mares que ríos, con sus arenas limpias de playa.




Pero sobre todo, recuerdo mi infancia, como aquella etapa en la que los días estaban envueltos de paz, armonía, paciencia, donde no había lugar para las prisas, ni agobios, ni estrés, y en las manos cabían otras manos al no estar ocupadas por los móviles porque no existían, y aquel tiempo que parecía transcurrir mucho más despacio que ahora.



Más relatos jueveros sobre la niñez en el blog "Lugar de encuentro"




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domingo, 6 de noviembre de 2016

"Sin voz"




Hoy la noche está ciega,
no me salen las palabras,
se me agarrotan los dedos,
no me laten los verbos,
mi garganta está afónica,
me he quedado muda,
nada tengo que decir.

¿Dónde está mi voz?
¿dónde están mis musas?
¿dónde se han ido mis palabras?


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miércoles, 2 de noviembre de 2016

"Pasajeros" (Semana 44 de 52)




¡Ven!
Mi piel muere de urgencia, 
agoniza por ausencia del látigo de tu lengua,
sedienta está del veneno tentador de tu boca,
desfallecida suplica la humedad de tu aliento.

¡Ven!
Quiero sentir tus labios pasajeros en mi cuerpo,
peregrinando por el sendero de mi piel,
zambulléndose en el viaje más lascivo 
y que mi alma truene relámpagos de lluvia.

¡Ven!
Muerde mi fruta prohibida y no te detengas.





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